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9,88 €Respetables colegas, y público en general, no hay más poética que el poema: obras son amores. ÃLa expresión, dios, la expresión! Por otra parte, la escritura ha empezado a perder para mà algunos de sus misterios: la poesÃa se escribe cuando se puede y sólo confÃo en preacticarla con rigor -guárdate, Fabio, de poeta que no borra-, y honestidad. La literatura es algo que no siento de manera especial en mi vida. Es mi forma de ser y mi forma de estar aquà y ahora. No es una parcela privilegiada, sino un continuum absolutamente natural. Como Vallejo tengo la convicción de que hay que ser poeta hasta el punto de dejar de serlo. En ocaciones, quiero escribir, pero me sale espuma. Entonces cierro el cuaderno. Desprecio la poesÃa a la que se nota el truco y el poema -como escribió Lihn- lleno de cartas marcadas. Ãay, la prueba de la situación! Detesto la poesÃa escrita con la mano ensimismada de Onán, la poesÃa contemplativa del autista, la poesÃa clónica, el fotocopiado ad nauseam, el pensamiento débil y la vacuidad. Hágase la Paz: "Cantan los pájaros, cantan/ sin saber lo que cantan:/ todo su entendimiento en su garganta". Parafreando a Salinas, la galerÃa de escribidores es copiosa, y creo que es saludable que asà sea. Los prestigios del momento no me interesan porque todo fluye. Y sólo puedo desear que sigan dando recitales, ganando premios y -como pide Monterroso- sean editadas sus obras por el Estado a todo lujo, empastadas en piel y con ilustraciones. Ah, y que yo las lea.